Un producto innovador, enfocado para un mercado diferente busca llegar una nuevo segmento.
El primer vino azul fue creado por el bodeguero y enólogo lagunero Manuel Capote tras meses de investigación, en las Islas Canarias España, bajo el nombre de la marca Blue, aplicando procesos que modifican el sabor y color.
Un producto, innovador, dulce y apetecible, dirigido a un público joven y sin prejuicios que se quiere acercar al consumo del vino.
Sin duda, el impacto visual al verlo, olerlo y beber el vino azul es fuerte, ya que transgrede las fronteras o los registros gustativos, visuales, y olfativos que tenemos.
Es una muy buena apuesta creativa para atraer al mercado de los vinos, a un segmento más joven que consume mucho alcohol -pero por lo general, prefiere otro tipo de opciones, cómo cerveza o tragos a base de rom, vodka o whisky-.
Blue, tiene una graduación alcohólica de once grados y se elabora aplicando un proceso de pigmentación sobre una base vínica a la que se añaden pigmentos naturales.
Su color inusual, azul intenso, cobalto, se produce a partir de un pigmento llamado antocianina que se encuentra en la piel de la uva tinta con otro pigmento de origen natural llamado indigotina.
La propuesta es provocadora, innovadora y carece de reglas, invita a consumir el vino en cualquier momento, lugar o comida.
Otra marca española que desarrolló un vino azul es Gik, ubicados en Bilbao llevan más de 100.000 botellas vendidas.
En este caso, además del color, el vino es azul y no calórico.
Aunque algunos vinos se les añade azúcar antes o durante su proceso de fermentación para corregir la carencia puntual de esa sustancia en el mosto -un proceso que se conoce como chaptalización en honor al químico francés Jean-Antoine Chaptal, que fue quien lo inventó en el siglo XVIII)- el vino azul se elabora con edulcorantes no calóricos.
Su color y ahora también el agregado no calórico, es toda una controversia para el mundo de enólogos y especialistas en España, que llevan la gala de ser el mayor exportador de vinos del mundo, el tercer productor por detrás sólo de Francia e Italia, y que se resisten a reconocer a esta bebida cómo un verdadero vino.
Muy buena razón, para que todos aquellos que no están muy cerca del mundo del vino se acerquen a degustar un producto con una impronta diferente, “un vino, que no parece vino pero es vino”
(*) Marcela Seggiaro. Consultora Especialista en Retail Design, Visual Merchandising y Construcción de marcas. Contacto. [email protected]
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